Durante 20 días tanto Bolivia como Paraguay mantuvieron una batalla por el fortín Boquerón, hasta que finalmente el 29 de septiembre los Paraguayos obtuvieron la victoria que fue como un bautismo de fuego. A partir de Boquerón el Ejército Paraguayo no paró hasta expulsar a los Bolivianos de territorio Paraguayo.
El 8 de septiembre, aviones bolivianos detectaron la aproximación de las fuerzas paraguayas en el camino hacia Boquerón y bombardearon y ametrallaron la columna, ocasionando bajas entre hombres y caballos.
El teniente coronel Manuel Marzana asumió el mando de las fuerzas que ocuparon Boquerón el 31 de julio de 1932 a causa del fallecimiento del teniente coronel Luis Emilio Aguirre (junto con otros oficiales y soldados), en la emboscada preparada con antelación por las fuerzas paraguayas que defendían el fortín. Este competente oficial fue el responsable de sostener el cerco de Boquerón resistiendo los embates del grueso del ejército paraguayo que, desde el 9 al 29 de septiembre de 1932, lo atacaría sin cesar.
Los paraguayos atacaron desaprensivamente a Boquerón el 9 de septiembre. Cuando los voluntariosos ataques directos no tuvieron éxito, las unidades se desplegaron en los alrededores para emboscar a las fuerzas que pudieran acudir en ayuda del fortín. El 10, una columna boliviana que avanzaba hacia Boquerón cayó en una emboscada sufriendo fuertes bajas. En estos primeros días pudo observarse muchas deficiencias en el ejército paraguayo, principalmente en el abastecimiento del agua. Acuciados por la sed, los soldados abandonaban las líneas para buscar agua en la retaguardia. También hubo falencias en la sincronización de los movimientos entre las unidades.
La aviación boliviana trató de neutralizar la «artillería» que bombardeaba Boquerón y que era la que más bajas producía sin poder ubicarla. Se trataba de los modernos morteros Stokes-Brandt que hasta Marzana creía que eran cañones de largo alcance. Los combates iniciales sirvieron para que los paraguayos ganaran en experiencia a costa de muchas bajas. El ingreso de ayuda al fortín cercado realizado por el ejército boliviano con pequeñas unidades, algunas con éxito y otras no, fue con gran costo en bajas ya que esas fuerzas debían salir nuevamente del fortín por la falta de recursos en el lugar.
"Empezamos nuestro retíro. Paso por medio de una lluvia de balas. Sigue la masacre. Aumenta peligrosamente el número de muertos, […]. Por fin logramos pasar toda la zona donde se encontraba el enemigo y llegamos al Comando. Todos pedíamos pan y agua. Ya no éramos los muchachos entusiastas y fuertes que salimos de Oruro. No éramos más que espectros. Todos queríamos irnos." Diario del teniente boliviano Germán Busch. (Brockmann, 2007, p. 218)
La aviación lanzó municiones, alimentos y medicinas sobre Boqueron pero debido al fuego antiaéreo paraguayo y la necesidad de conservar los aviones se hizo desde gran altura por lo que se destruyeron en la caída o cayeron en poder del enemigo.
En el campo diplomático Bolivia aceptó la propuesta de la Comisión de Neutrales de suspender las hostilidades creando un cinturón de neutralización de dos km alrededor de Boquerón. Paraguay no lo aceptó y mantuvo la posición inicial de que previamente Bolivia debía devolver los fortines capturados en el mes de julio.
El 21 de septiembre, 8 días antes de la caída de Boquerón y de la retirada general boliviana, el presidente Salamanca respondió al general Osorio su impertinente memorando del 30 de agosto diciendo que mientras el ejército había seguido sus instrucciones se había logrado la captura de Toledo, Corrales y Boquerón y por no haberlo hecho se había perdido la laguna Chuquisaca. Rebatió el plan de atacar por el norte y sostuvo:
"A mi juicio, una guerra con el Paraguay debe librarse en el Sudeste concentrándose allí las fuerzas posibles para descargar golpes decisivos que nos permitan imponer un tratado de paz en Asunción." Nota del presidente Salamanca al general Osorio.(Vergara Vicuña, 1944, p. 39 v. 2)
El alto mando convenció finalmente a Salamanca sobre la necesidad de abandonar Boquerón. Se realizó en Muñoz, sede del comando boliviano en el Chaco, una tormentosa reunión de varios generales, que casi termina a los tiros. Esto motivó que el general Quintanilla, el día 27, pidiera a Marzana que soportara diez días más mientras organizaba un contraataque. Ninguna de las dos cosas era posible por el agotamiento de las fuerzas bolivianas y la superioridad en hombres y recursos del enemigo. El alto mando boliviano se negaba a reconocer que no había previsto la sorpresiva estrategia paraguaya de atacar con todo su ejército. Cuando el mayor Julio Aguirre, el 10 de septiembre, informó al coronel Francisco Peña que los paraguayos debían ser varios miles, porque eran más de 400 soldados solo en el camino Yujra-Boquerón, este le contestó: «Miró usted visiones... El enemigo es cobarde y no pasa de unos mil hombres». Pocos días después Peña cambió de opinión e informó al general Quintanilla:
"En estos momentos mi división atraviesa una situación muy delicada. Todos los informes que recibo me hacen saber que las tropas se encuentran totalmente desmoralizadas y agotadas. Hemos intentado tres ofensivas con fuerzas frescas, llenas de entusiasmo a objetivos bien definidos, ninguna ha podido ser culminada por la superioridad aplastante del adversario, tanto material como de especial instrucción de combate en el bosque; cualquier nueva ofensiva con los elementos que dispongo seria de resultados negativos, llevando a nuestro personal a un sacrificio estéril. Me permito sugerir buscar una defensa sólida en Arce y una momentánea intervención diplomática para salvar al destacamento Marzana en Boquerón y completar nuestra preparación." Informe de Peña a Quintanilla. (Arze Quiroga, 1952, p. 159 v. 2)
El Gobierno boliviano se enteró de la caída de Boquerón por las noticias provenientes de Paraguay y Argentina. Esto lo obligó a retacear la información al pueblo boliviano. Salamanca destituyó a Filiberto Osorio y lo reemplazó por el general José L. Lanza en medio de manifestaciones populares, principalmente en La Paz, que acusaban al Gobierno y especialmente al alto mando por la derrota pidiendo el retorno del general Hans Kundt. El 8 de octubre de 1932, Salamanca recibió una nota de «protesta» (supuestamente en nombre de oficiales de la 4.ª y 7.ª División) donde el general Quintanilla y su jefe de Estado Mayor, el teniente coronel David Toro, al borde de la insubordinación, hacían responsable al presidente del fracaso militar y se manifestaban ofendidos por la remoción de Osorio.
En Boquerón, y en los desiguales combates que tuvieron lugar en los alrededores, Bolivia perdió 1500 hombres, entre muertos y prisioneros entre los que se encontraban los oficiales y soldados con más experiencia en el teatro de operaciones chaqueño. En mérito a los logros obtenidos José Félix Estigarribia fue ascendido a coronel, rango con el cual conduciría a todo el ejército paraguayo hasta septiembre del año 1933.
BIBLIOGRAFÍA
Fuente(s): - Ministerio de Relaciones Exteriores (Consulado General de la República del Paraguay en Los Angeles-CA, Estados Unidos de América.
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