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  • Foto del escritorEl Centinela del Norte

Segundo ataque a Nanawa

La Segunda Batalla de Nanawa correspondiente a la Guerra del Chaco, entre Bolivia y el Paraguay, se libró en el Chaco Boreal desde el 4 al 7 de julio de 1933. Fue el segundo intento del general Hans Kundt por capturar el estratégico fortín Nanawa. Fue el ataque frontal más importante llevado a cabo por el ejército boliviano durante toda la guerra donde empleó, masivamente, todos los recursos disponibles: artillería, aviación, tanques, morteros y lanzallamas.


Tanque Vickers Mark E, tipo B, de 6 toneladas, destruido en Nanawa.


Los informes de inteligencia paraguayos indicaron que Kundt estaba concentrando grandes fuerzas frente a Nanawa. La preocupación de Estigarribia se centró en dilucidar si el enemigo pensaba atacar el fortín o seguir de largo y haciendo un rodeo salir en la punta del riel de Casado, en la retaguardia de todo el ejército paraguayo o avanzar hacia el este, hacia el río Paraguay y salir casi frente a la ciudad de Concepción. Cuando Kundt inició el ataque frontal contra el fortín, Estigarribia comprendió el error de su adversario y ordenó al teniente coronel Irrazábal que resistiera hasta el último hombre para lograr el mayor desgaste posible del ejército boliviano.


Meses antes, Salamanca había advertido a Kundt:


"Permítame ahora expresarle inquietud Gobierno respecto ataque Nanawa, donde seguramente enemigo ha concentrado sus elementos y hará máximo esfuerzo [...] si sufrimos un rechazo, nuestra situación en el Chaco quedará perdida, o poco menos." - Presidente Salamanca al general Kundt, en (Cuadros Sánchez, 2003, p. 195)


Teniendo en cuenta la importancia política, militar y personal que significaba la captura de Nanawa, Kundt concentró todo lo que tenía para lograr ese objetivo. En julio de 1933 terminó la preparación para el ataque. Tenía superioridad en hombres, aviones y artillería. Contaba con dos grupos de tanques Vickers y los novedosos lanzallamas pero carecía de buenos conductores. El coronel Gerardo Rodríguez, comandante de la 7.ª División, encargado del ataque, había inspeccionado la primera línea solo tres veces en los meses anteriores y nunca en forma completa. Kundt le exigió que lo hiciera con más frecuencia:


"A pesar de estas medidas no han figurado muchas. Se cita este asunto vergonzoso para dejar constancia de cómo la colaboración de los comandos subalternos no siempre estuvo a la altura de las operaciones ni fue tan activa como los intereses de Bolivia y el Ejército lo exigían." General Hans Kundt, en Kundt (1961, p. 90-91)


Las posiciones paraguayas de Nanawa se mejoraron sustancialmente en los meses posteriores al primer ataque. Los bolivianos utilizaron la fuerza aérea y tanques como apoyo cercano y contaron, además, con una enorme superioridad en artillería, pero los ataques frontales carecieron de una coordinación precisa entre aviones, artillería, tanques y la infantería.


Los atacantes lograron penetrar, con gran heroísmo y derroche de bajas, en varios sectores del sistema defensivo paraguayo pero, agotados y diezmados por el esfuerzo realizado, fueron rechazados por el contraataque de las reservas.


El ataque produjo más de 2000 bajas bolivianas en comparación con las 189 muertos y 447 heridos paraguayos, proporción esperable en un ataque de este tipo. Fue la primera derrota importante de Kundt y le permitió a Salamanca insistir en que las operaciones debían hacerse economizando hombres. Ya desde junio de 1933, Kundt quería dejar su cargo a causa de las intrigas de los oficiales bajo su mando pero recién en septiembre puso su renuncia a disposición de Salamanca, la que no fue aceptada. El teniente coronel Luis Irrazábal fue ascendido a coronel por su desempeño en la defensa de Nanawa.



Desarrollo de las operaciones


Rojo=Fuerzas bolivianas. Azul= Fuerzas paraguayas.


4 de julio

Situación inicial 4 de julio de 1933.

A la hora señalada, la artillería y ametralladoras pesadas bolivianas iniciaron el fuego. Una hora más tarde, al mismo tiempo que 12 aviones lanzaban sus bombas sobre el fortín intentando silenciar a la artillería, la mina subterránea explotó con gran estruendo y los infantes iniciaron su avance en los tres sectores. El ataque de tantos regimientos a todo lo largo del frente fue espectacular. La explosión de los proyectiles de artillería concentrados en determinados puntos, las fulguraciones de los lanzallamas, el crepitar de las ametralladoras, el avance estrepitoso y terrorífico de los tanques, el zumbido de doce aviones que lanzaban modernas bombas guiadas por hélice y ametrallaban desde el aire, todo esto en un espacio de pocos kilómetros, constituyó un cuadro dantesco, nunca visto antes en una acción bélica sudamericana y que los que participaron en ella, y pudieron sobrevivir, no lo olvidarían jamás.


El ataque en el sector sur no duró más de una hora. La artillería bombardeó durante 30 minutos la línea principal de resistencia. Las fuerzas de asalto, retrasadas en su progresión por el fuego enemigo y la maraña del monte hicieron contacto con las trincheras paraguayas cuando la artillería ya había alargado sus tiros hacia la retaguardia enemiga, quedando a merced de la defensa que pudo contenerlos cómodamente. Los lanzallamas, bajo el fuego de las ametralladoras, perdieron a casi todos sus efectivos. De los dos tanques que actuaron en ese sector, uno avanzó orillando el monte por donde penetraba la infantería y llegó resueltamente hasta el parapeto de la trinchera paraguaya pero al encontrarse peligrosamente aislado por el retraso de los infantes, tuvo que regresar y no volvió a aparecer. El otro incursionó un poco más al este hasta detenerse en un lugar, al parecer atascado o con alguna avería mecánica, desde donde también regresó a retaguardia. El fracaso de este ataque se debió, en gran parte, a la falta de coordinación entre la artillería, los tanques y la infantería boliviana en el punto de ruptura.


La batalla más intensa se desarrolló en el sector norte, en los alrededores del "Reducto", en una extensión lineal de 2000 metros aproximadamente. La mina subterránea que dio la señal para el asalto, explotó 30 metros delante de las trincheras paraguayas que habían sido enderezadas días antes con un retroceso de esa distancia por lo que el efecto fue nulo; los dos tanques avanzaron por la derecha, desplazándose de un lado a otro y concentrado su fuego sobre otras dos islas de monte, uno de ellos llegó hasta 60 metros de los defensores hasta que el tiro directo de una granada de cañón o de mortero lo paralizó. El otro evolucionó en el campo y quizás desorientado, o por averías o agotamiento de la munición, retrocedió para no actuar más.


Los regimientos de infantería bolivianos avanzaron resueltamente sobre el terreno descubierto y con gran derroche de heroísmo y fuertes pérdidas lograron conquistar sectores de la isla Mojoli y las trincheras paraguayas de ambos costados del "Reducto" más una segunda línea de trincheras ubicadas en la Punta Norte. En el último tramo de una zanja, uno de los lanzallamas que precedía el asalto se enfrentó a un nido de ametralladoras pesadas instalado en la punta del monte, el chorro de fuego cubrió el nido, penetró por la tronera y chamuscó a sus ocupantes quienes, sorprendidos, abandonaron la posición.


Los atacantes llegaron hasta el cementerio del RI-7 "24 de mayo", haciendo peligrar la defensa de todo el fortín. Cundió la alarma en todos los sectores. El teniente coronel Francisco Brizuela, a cargo del sector, recibió partes cada vez más preocupantes:"...las cosas van mal, los bolivianos han roto la línea, ...las cosas empeoran, ...todo está perdido, ...los bolís ya se infiltran". Mientras destruía los archivos Brizuela ordenó: “soldado que huya, se lo mata, y soldado que llegue hasta aquí, lo mato yo”. Por teléfono alertó al teniente coronel Luis Irrazábal, ubicado a menos de 2 kilómetros del lugar donde se había producido la ruptura boliviana, que en cualquier momento podía quedar aislado. La respuesta de Irrazabal fue:


"En seguida ordeno al regimiento ‘’Boquerón‘’ y todas las reservas que acudan a proteger su retirada para salvar 5.ª División; procure mantener enlace."


Sin embargo una compañía del RI-7, al mando del teniente Eloy Cañiza, se mantuvo en el "Reducto", pese a estar totalmente rodeada.


A las 14:00 horas, a cuatro de iniciada la violenta arremetida boliviana, y tras evaluar que el ataque tendía a disminuir en intensidad, Irrazabal ordenó el contraataque con las reservas que tenía en el sector central para recuperar el terreno perdido y equilibrar la situación.


En las trincheras tomadas por los bolivianos reinaba una nerviosa euforia con el grito incesante de “Viva Bolivia”. El comando boliviano reforzó sus fuerzas en el sector capturado, pero, apretujados en las zanjas y sin poder progresar, los atacantes fueron sometidos a un letal ataque de morteros y granadas de mano paraguayas. La lucha se mantuvo hasta la 17:00 horas, momento en que la tremenda sangría obligó a los infantes bolivianos a ceder el terreno ganado a la derecha y detrás del "Reducto". El día concluyó con los bolivianos sosteniendo solamente las zanjas conquistadas en el otro extremo del "Reducto". Durante la noche continuó el intenso hostigamiento entre ambos bandos, en todo el frente.


5 de julio

Al atardecer del día 4, cuando el regimiento paraguayo RI-7 "24 de Mayo" retomaba la "Isla Mojoli", se preparó un grupo integrado por el II/RI-7, el escuadrón divisionario y dos compañías de fusileros, todos al mando del Capitán Plá, para recuperar el “Reducto” al día siguiente. Durante toda la noche se presionó contra esa posición para evitar que los bolivianos recibieran refuerzos. Antes del amanecer, tras una corta pero precisa cortina de fuego del grupo de artillería GA-2 ‘’General Roa‘’, el grupo Plá inició el ataque con bayonetas, machetes y granadas de mano. Atacantes y atacados se trenzaron en una feroz lucha cuerpo a cuerpo que concluyó cuando la infantería boliviana quedó reducida al teniente Félix Reyes Laguna y 25 soldados, los que fueron hechos prisioneros. Al mediodía, el “Reducto” fue retomado por las fuerzas paraguayas.


En ese momento "comenzó el enemigo con un nervioso hostigamiento, preludio tradicional de una próxima salida de sus refugios. Al entrar el sol comienza un nutrido disparo de artillería enemiga que fue el comienzo de otra arremetida [boliviana] contra las posiciones del RI-7. De inmediato pedí a nuestra artillería fuego de contención frente a ‘’Punta Mojoli‘’, tiros que fueron tan bien dirigidos por su absoluta eficacia, pues el enemigo al salir de sus trincheras fue liquidado". (Fernández, 1962, p. 134)


Este ataque boliviano fue realizado por las fuerzas del coronel Quiroga (Sector norte) a las 18:00 horas al que siguió otro más intenso a las 19:00 horas siendo rechazados por los defensores del RI-7 paraguayo al terminar el día 5.


6 de julio

Pese a los logros poco favorables, el comando boliviano siguió empecinado en que los ataques frontales, tipo Primera Guerra Mundial, lograron quebrar las defensas de Nanawa. El día 6, los regimientos ‘’Pérez‘’, RI-7 y ‘’Chichas‘’, atacaron nuevamente la ‘’Isla Fortificada" pero, pese a todos los esfuerzos, sacrificios y valor demostrados por los soldados bolivianos, no dió ningún resultado.


Resultados

El 14 de julio, el coronel Estigarribia recorrió el campo de batalla encontrando el cuadro más macabro que vio en su vida. En el sector donde los bolivianos habían roto la línea y hecho su más profunda penetración, partes de brazos y piernas cercenados por la artillería todavía colgaban de los árboles. Los defensores, al ver el campo de batalla sembrado con tantos cadáveres, decidieron incinerarlos por cuestiones sanitarias y en lugar de utilizar maderas los rociaron con kerosén. Mientras había kerosén el fuego se mantenía pero cuando este se terminó, quedó un apiñamiento de carne humana a medio quemar que despedía un olor insoportable.


No existe un total acuerdo sobre las bajas producidas en ambos bandos. El historiador boliviano Querejazú Calvo calcula en más de 2 000 soldados bolivianos (muertos, heridos y prisioneros).6​ El coronel Fernández estima que los paraguayos tuvieron 189 muertos y unos 447 heridos.7​ Este resultado debe ser evaluado a la luz de lo que implica un ataque frontal contra posiciones fortificadas.


"Nanawa había representado un ingente sacrificio para el ejército boliviano [...] amén la lesión invisible pero profunda ocasionada al espíritu de la oficialidad y aun a la de la tropa, que desde entonces tuvieron el pálpito anunciador que su suerte estaba perdida si continuaba en manos de Kundt" - Presidente Salamanca (Díaz Machicao, 1954, p. 179)





Bibliografía:

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